lunes, 23 de abril de 2007

::: Alter Ego :::

Dedicado en honor de todas aquellas damas en el mundo que a diario mueren sin haber sido dueñas de su vida...

La muñeca me miraba al otro lado. Suya era la esencia que antes me pertenecía y que ahora quedaba hecha añicos bajo mis pies. Destruí su sombra y desgarré mis manos; ya no importaban los sueños.


Quedaban atrás las primaveras marchitas, aquella juventud olvidada que se reducía a vestidos de volantes y paseos por el campo.


De aquellas escenas muertas que traía el invierno todo eran recuerdos, efímeras imágenes en la memoria de cuando llegaste a mí, mi dulce condena…


Ahora volvía a contemplarte de nuevo, sentada ahí en tu trono de peluche desgastado por el tiempo y viendo, impasible, como se desarraigaba mi vida.


Las astillas que quedaban de mi alma se deslizaban hacia la oscuridad que envolvía el otro lado del espejo y yo las seguía, a rastras, hasta hallarme postrada frente a ella…


Ahora la observaba bien: débil e inútil se mantenía erguida por lazos casi invisibles cual títere de comparsa.


Con un fragmento de mi vida corté sus cuerdas y cayó… Cayó en sereno silencio mientras el frío del invierno nos invadía a las dos que, por fin, éramos Una…


Tirada en el suelo de la pequeña habitación, junto a la cama, todavía desnuda, escuchaba los gritos de mi verdugo. La puerta atrancada, no podían entrar.
El último de sus clientes había marchado tan sólo unos minutos antes y nadie lo esperaba.


Por la pequeña ventana la vi salir, al fin libre. Las huellas que dejaba sobre la nieve se convertían en pequeñas flores, reflejos de la esperanza por el regreso de una nueva primavera.


Mientras, los golpes contra mi puerta conseguían arrancarla, envolviendo sus pies en un charco de sangre y vidrio. Y aunque sus gritos me maldecían yo ya no les escuchaba, ya no les obedecía, y ya, nunca más, volvería a ser… Su muñeca.

-=Tsaphiel=-

domingo, 1 de abril de 2007

Narciso


Miraste sin espejo hacia tu alma

pura cual son de nana

y oscura, cual fuente sana,

de la que emana un suspiro de locura.


En tus manos ardía el beso

y en tus labios, la tortura

pues nunca vieron tus ojos

más allá de tu hermosura.


¿Viste aquella noche

la fragua de la luciérnaga?

¿O quedó tu mirada

en aires de esperanza eterna?


Mis pasos recorrieron

el camino hacia tu tumba

¡Agua! no más allá

sólo se contemplaba bruma.


Miradas incomprendidas

viajaron hacia las ramas

donde vivían los sueños

de guerras inacabadas.


Flor que descansa en la Laguna

sombra de sueños rotos;

Tu mirada más allá del cielo,

tus caricias más allá del agua.

-=Tsaphiel=-